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martes, 28 de junio de 2011

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LA FASCIOLASIS, casi desconocida en Europa, se dispara ahora por el cambio climático

Un parásito que ataca el hígado, afecta a 400 personas en España.

Bacterias, virus y parásitos, en ocasiones logran infiltrarse en la cadena alimentaria.

Entre ellos, se encuentra la fasciola, un parásito que se instala en el hígado y puede acabar ocasionando cirrosis, piedras, anemia y otros problemas hepáticos. El organismo, un gran problema en las zonas más pobres del planeta, como Bolivia -un 72% de la población padece fasciolasis, o Perú, con un 37% de los niños afectados- era prácticamente un desconocido en los países desarrollados. Hasta ahora. En Europa, su presencia está creciendo a causa del cambio climático y solo en España se han diagnosticado ya 400 casos, la mayoría en zonas húmedas, según datos del nuevo y único centro de la OMS dedicado a esta enfermedad, ubicado en Valencia.

La forma en que el parásito entra en la cadena alimentaria es compleja. Primero se instala en el aparato digestivo de la vaca y pone sus huevos. De hecho, la fasciolasis causa pérdidas importantes en el ganado ovino y bovino, aunque el hecho de que haya animales afectados no implica que haya un aumento de la enfermedad en humanos. Cuando los excrementos de estos bovinos van a parar al agua, los huevos eclosionan y las larvas buscan otro huésped, el caracol de agua dulce, de donde acaban saliendo al agua para alcanzar algún vegetal acuático al que adherirse. Si se ingiere alguno de estos vegetales el parásito se instala en el hígado.

Aunque siempre se ha tratado como un problema que afecta al ganado, en los últimos 15 años se ha empezado a reconocer como problema para la salud mundial. Según la OMS, en 1990 había 2.500 casos en todo el mundo, mientras que actualmente hay unos 17 millones de personas afectadas. Se estima que más de 180 millones de personas (sobre todo niños y mujeres) viven en situación de alto riesgo de contraerla. La OMS ha decidido incluirla como prioritaria dentro de su Programa de Lucha y Control de las enfermedades tropicales olvidadas por tratarse de una de las llamadas enfermedades subdesarrollantes o depauperantes, ya que impide el desarrollo normal de los niños afectados.

La mayoría de veces no se diagnostica la presencia del parásito y acaba ocasionando enfermedades. Santiago Mas-Coma, investigador de la Universidad de Valencia y director del nuevo centro explica que, cuando entra en el cuerpo, durante un par de semanas se produce un dolor muy intenso. Se va introduciendo en la cavidad abdominal para migrar hasta el hígado.

"Intervenir en este momento sería crucial", apunta. Cuando el dolor desaparece, el episodio cae en el olvido pero el parásito ya se ha instalado para ir degradando el hígado. "Es una enfermedad larga, que va socavando la salud poco a poco, porque el parásito permanece alojado durante unos 13 años", explica Mas-Coma. La paradoja está en que, a diferencia de otras enfermedades infecciosas, tiene tratamiento eficaz. "En los países no desarrollados no hay acceso a los tratamientos. Aquí, en España, donde los casos son pocos, el problema es que no se piensa en realizar las analíticas para detectarlo", explica Mas-Coma. Aquí, la principal vía de transmisión es el consumo de vegetales acuáticos silvestres y que no pasan por los controles sanitarios adecuados.

"El primer consejo es no comer berros silvestres ni en sueños", aconseja Mas-Coma. En Europa, los países donde se dan más casos son Francia, Portugal, España. Por encima de todos ellos, la antigua Unión Soviética, por ser muy común la venta ambulante de berros silvestres.

En España, los casos diagnosticados se localizan en comunidades del norte como Asturias, el País Vasco y Galicia, que es donde el caracol vector encuentra con más facilidad el medio para proliferar y la población consume mas berro silvestre. Mas-Coma explica que aunque desde hace años, la fasciolasis ha escaseado en Occidente, sí se encuentra en la mayoría de excavaciones arqueológicas. Allí está presente en los coprolitos, los excrementos fósiles de nuestros antepasados.

El aumento en la incidencia de esta zoonosis está relacionado con el cambio climático porque "sus vectores, los caracoles, son muy susceptibles a los cambios de temperatura, solo con subir un grado ya alojan más larvas", explica Mas-Coma.


Fuente: El País.

martes, 21 de junio de 2011

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HERNIA DE HIATO

¿Qué es una hernia de hiato?

Una hernia de hiato es una afección que consiste en el paso de una porción del estómago hacia el tórax por un orificio que se encuentra situado en el diafragma y que se llama hiato.

En condiciones normales, a través del hiato sólo pasa el esófago para transportar el bolo alimenticio desde la boca hacia el estómago.

Por lo general, se trata de un problema congénito, aunque existen otros factores que aumentan la presión abdominal y favorecen el desplazamiento de las vísceras hacia el tórax como: la obesidad, el estreñimiento y el embarazo.

El tabaco, la falta de ejercicio físico o el estrés hacen que aumente la tensión muscular en la zona agravando el problema.




¿Cuántos tipos de hernia de hiato existen?

Nos podemos encontrar con tres tipos de hernia de hiato:

1. Por deslizamiento. Se produce por el debilitamiento de los ligamentos que se encuentran entre la unión gastroesofágica y el diafragma. También por el aumento de la presión dentro del abdomen. Todo ello hace que el cardias y parte del estómago suban hasta el tórax. Suelen ser pequeñas y por sí mismas es poco probable que produzcan síntomas clínicos.

2. Paraesofágica o parahiatal. En este caso la unión entre esófago y estómago se queda en su posición natural, pero una parte del estómago se hernia y atraviesa el hiato de forma paralela a esta unión. Pueden llegar a ser grandes y con graves complicaciones.

3. Mixta. Se trata de una combinación de las anteriores.

¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?

Aunque en una gran parte de los casos suelen ser asintomáticas, en otros casos nos podemos encontrar lo siguiente:

• Pirosis. Se trata de reflujo ácido que produce sensación de ardor o quemazón que puede llegar a ulcerar el esófago; esta sensación empeora al agacharse, inclinarse o estar tumbado, sobre todo después de las comidas.

• Malas digestiones. Acompañadas de náuseas, vómitos y gran cantidad de gases.

• Disfagia o dificultad para tragar los alimentos.

• Opresión en el corazón debido a que la parte de estómago que hay en el tórax puede estar comprimiendo el músculo cardíaco, esto conlleva taquicardias y palpitaciones que si no reciben el cuidado adecuado pueden desencadenar en anginas de pecho e infartos.

• Dificultad en la respiración, asma, dolor en el pecho y las costillas, pues los pulmones no pueden desarrollar sus movimientos adecuadamente.

Diagnóstico y pronóstico de la hernia de hiato

El diagnóstico, por norma general, se basa en la sintomatología, pero si los síntomas persisten en intensidad y/o en el tiempo, lo que hace que el tratamiento se prolongue, hay que recurrir:

• Radiología. Con contraste de bario, TEGD, para ver el tránsito esofagogastroduodenal, aunque debido a la aparición de otras técnicas nuevas está cayendo más en desuso.

• Gastroscopia. Se introduce un tubo con cámara de vídeo a través de la boca, para llegar al estómago; permite visualizar las paredes del esófago y/o estómago y también poder hacer una biopsia en caso de encontrar lesiones o para descartar otras enfermedades.

• Phmetría de 24 horas. Se introduce una sonda por la nariz con un sistema que determina el pH del esófago y/o estómago; permite saber cuándo se producen los episodios de reflujo, cuánto tiempo duran y si están relacionados o no con los síntomas.

• Manometría esofágica. Mide la presión en diferentes niveles del esófago a través de una sonda.

Las complicaciones que se pueden presentar como consecuencia de una hernia de hiato son las siguientes:

• La paraesofágica y la mixta pueden quedar atrapadas y estrangularse produciendo un dolor agudo en el pecho y dificultad al tragar que requieren tratamiento quirúrgico urgente.

• Gastritis o inflamación de la mucosa del estómago y ulceración que puede producir hemorragia crónica y como consecuencia anemia.

• Hemorragia digestiva por el propio mecanismo de producción.

Existe un mayor riesgo de sufrir cáncer de esófago o estómago con una hernia de hiato que si no se tiene.

Tratamientos

Se basan en tratar la sintomatología e intentan evitar el reflujo gastroesofágico y la acidez:

• Antiácidos. Neutralizan la acidez existente en el estómago, aumentan el pH e inhiben la actividad péptica. Consiguen alivio rápido pero temporal de los síntomas. Son los primeros en utilizarse para el tratamiento del ardor, pero si se requieren más de 3 semanas de tratamiento es imprescindible acudir al médico. Destacan: almagato (derivado de aluminio y magnesio), hidróxido de magnesio, trisilicato de magnesio, algeldrato y bicarbonato sódico (más en desuso).

• Antisecretores. Inhiben la secreción ácida del estómago, el alivio sintomático no es tan inmediato como el de los antiácidos, pero es más duradero. Son utilizados en casos de síntomas crónicos. Se diferencian dos grupos:

– Antagonistas de los RH2. Inhiben competitivamente la unión de la histamina a los receptores H2 de histamina que se encuentran en la membrana de las células parietales del estómago, reduciendo la secreción ácida basal, especialmente la nocturna; reducen el volumen total de jugo gástrico,

disminuyendo la secreción de la pepsina; ayudan a cicatrizar y a proteger la mucosa gastroduodenal. Destacan: cimetidina, ranitidina, famotidina, nizatidina y roxatidina.

– Inhibidores de la bomba de protones (IBP). Producen inhibición irreversible de la ATPasa H +IK + (bomba de protones); de esta forma inhiben la secreción ácida basal, como la estimulada por alimentos. Al aumentar el pH inhiben la acción proteolítica de la pepsina, el crecimiento de H. pylori y potencian la acción bacteriana de algunos antibióticos, como la claritromicina. Destacan: omeprazol, lansoprazol y pantoprazol (1.ª generación), y rabeprazol y esomeprazol (2.ª generación).

• Procinéticos. Aumentan el tono muscular y favorecen el vaciamiento del estómago. Estimulan la liberación de Ach en los plexos mientéricos y bloquean los receptores dopaminérgicos, lo que explica su efecto antiemético. Se suelen asociar a los anteriores para aumentar la efectividad, a veces es el único tratamiento de mantenimiento necesario. Destacan: metoclopramida, domperidona, levosulpirida, cleboprida, cinitaprida y cisaprida.

• Fitoterapia. Hay muchas plantas medicinales que pueden ayudar a mejorar la sintomatología: Aloe vera, diluido en agua, protege las mucosas y favorece la digestión; melisa, infusión, para problemas digestivos de origen nervioso; regaliz, infusión, reduce la acidez; anís verde o hinojo, infusión, eliminan los gases.



• Cirugía. Todas las hernias paraesofágicas grandes deben ser operadas por su alto grado de complicaciones. Las hernias por deslizamiento no suelen requerir cirugía.




Atención farmacéutica

Maneras de evitar la sintomatología de la hernia de hiato:

• Evitar comidas copiosas, con exceso de grasas, salsas pesadas, fritos, picantes y exceso de azúcar.

• Comer poca cantidad y a menudo; al menos 5 comidas al día.

• Masticar bien los alimentos.

• Alimentos que se deben evitar: ácidos (naranjas, kiwis, plátanos, limón), lácteos (uso en pequeña medida y preferiblemente desnatados), tomate (mejor tomarlo pelado), verduras flatulentas (col, coliflor, pimientos, puerros, alcachofas, cebolla, repollo).

• Evitar café, tabaco y alcohol.

• Evitar el estreñimiento.

• Evitar ropa ajustada y sobre todo los cinturones.

• Hacer ejercicio físico para fortalecer los músculos abdominales y evitar el estrés.

• Acostarse de 2 a 3 horas después de cenar y con la cabecera de la cama incorporada para evitar la presión en el diafragma.

Fuente: M.ª Jesús Moreno Crespo / Carlos Raposo / 2011 Ediciones Mayo S.A.

lunes, 13 de junio de 2011

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¡Cuidado con el calor! MOLESTIAS Y ENFERMEDADES DEL VERANO

Las altas temperaturas que trae el verano invitan a salir y disfrutar de esta época del año. Pero si no se toman las medidas adecuadas, infecciones pulmonares, gastrointestinales o dermatológicas pueden fastidiar tus perspectivas estivales.


Esquivar las molestias veraniegas

Verano, sinónimo de calor, playa y diversión. Pero también de noches sin dormir por culpa de quemaduras, diarreas o alergias, molestias veraniegas que todos los años dan al traste con la salud de muchas personas en esta época.
¿Qué debes hacer para esquivar estas molestias veraniegas? Sencillo: únicamente tienes que conocer cuáles son las enfermedades típicas de esta época y tomar las medidas protectoras adecuadas para poder disfrutar plenamente de este tiempo sin ningún temor.


Mucho ojo con tu piel
La piel es una barrera protectora que impide que los órganos internos se vean afectados por infecciones, golpes o aumentos y descensos bruscos de temperatura. Y aunque hay que mimarla durante todo el año, es especialmente en verano cuando hay que someterla a una protección intensiva porque el calor y los rayos solares son los agentes que más la hacen sufrir y debilitarse.
¿Y cuáles son las enfermedades dermatológicas más habituales en verano?


Hongos
La humedad es el caldo de cultivo para la proliferación de los temidos hongos. En verano la sudoración y un incorrecto secado de los pliegues de la piel provocan la aparición de esta infección.
Y uno de los hongos más desagradables y contagiosos que hay es el ‘pie de atleta’, muy habitual en verano debido a las altas temperaturas, la humedad y al mal hábito de andar descalzos en piscinas, duchas públicas o incluso por la calle. Suelen localizarse entre los dedos de los pies, en la planta y el dorso, produciendo escamas, fisuras dolorosas, rojeces, mal olor, incluso alteraciones en las uñas, además de un gran picor. Las lesiones pueden llegar hasta impedir andar.

Para evitar el contagio de estos molesto hongos:

No andes nunca descalza, utiliza chanclas en piscinas, duchas o cualquier lugar público
Lava tus pies a diario y sécalos bien.
Emplea productos especiales para evitar la sudoración.
No utilices calcetines gruesos o calzado que no deje transpirar (mejor de algodón y fibras naturales) y cámbialos cuantas veces sea necesario para evitar la humedad.
No uses calcetines, zapatos o toallas de otra persona.
Ten en cuenta que los hongos son muy dolorosos y una vez que se cogen son difíciles de eliminar, ya que pueden repetirse aún después de un tratamiento bien realizado.

Quemaduras
La exposición inadecuada al sol puede traer como consecuencia las dolorosas quemaduras. Ampollas, fiebre, escalofríos, pueden convertir unas maravillosas vacaciones en un auténtico infierno.

Para una buena exposición solar debes:

Realizarla de forma gradual.
Evitar las horas de mayor incidencia de radiación solar (entre las dos y cuatro de la tarde).
Usar cremas de protección solar adecuadas a tu tipo de piel y resistentes al agua, y para cualquier actividad, no sólo cuando tomas el sol.
Tener especial cuidado con los niños, que tienen la piel muy sensible.
Cuando evitas las quemaduras solares estás también previniendo el envejecimiento prematuro y el cáncer de piel.

Envejecimiento prematuro
Con el calor la piel se deshidrata mas rápidamente que en otras épocas del año, perdiendo elasticidad. Esto acelera el proceso de aparición de arrugas y manchas.
Así que evita la deshidratación de la piel consumiendo muchos líquidos (agua, zumos, ensaladas...) y utilizando los productos protectores e hidratantes adecuados a tu piel. Además, dúchate después de cada baño en piscina o playa para eliminar el cloro y el salitre, muy agresivos para tu piel.


 


Cáncer de piel
Se ha demostrado que la exposición inadecuada al sol predispone al cáncer de piel. Hay varios tipos: el epidermoide, el basocelular y el melanoma, este último el más agresivo, ya que puede diseminarse hacia otros órganos (metástasis), especialmente al cerebro, provocando la muerte.

Hay gente más propensa que otra a padecer cáncer de piel:

Las personas blancas de piel, con pecas y pelo rubio.
Aquellas que tienen muchos lunares irregulares.
Las personas que sufren constantes quemaduras solares.

Reacciones alérgicas
Muchas personas son alérgicas al sol o tiene episodios alérgicos producidos por la ingesta de determinados medicamentos. Esto provoca reacciones cutáneas, de fotoxicidad y alteración en la pigmentación. Por eso hay que tener mucho cuidado con, por ejemplo, los diuréticos, las medicinas utilizadas en enfermedades psiquiátricas (fenotiazinas), medicamentos para la artritis (metotrexate), antiinflamatorios como el piroxicam, edulcorantes como la sacarina, medicamentos contra las infecciones (sulfas o tetraciclinas), contra la diabetes (sulfonilureas), o aquellos utilizados contra el acné, como la tretinoina.

Además, la exposición al sol puede agravar algunas otras enfermedades dermatológicas como herpes, albinismo oculocutáneo, dermatitis o la enfermedad de Darier. Simplemente protegiendo tu piel adecuadamente puedes evitar muchos disgustos este verano.

Cuidado con lo que comes... y cómo lo comes
La llegada del estío implica un cambio brusco en los hábitos alimenticios. Muchas veces el estómago no está preparado para ello y se producen trastornos que pueden derivar en problemas de muy graves consecuencias. Los descuidos, la falta de higiene y la mala manipulación de los alimentos o el comer fuera de casa, son las causas principales de las alteraciones gastrointestinales en verano. Entre ellas:

Cortes de digestión

Es muy común sobre todo en los niños, que no respetan el período de la digestión. Si después de una comida sometes al cuerpo a un cambio brusco de temperatura, como ocurre cuando nos metemos rápidamente al agua o en aguas muy frías, incluso cuando bebemos abundante líquido extremadamente fresco, puede producirse lo que comúnmente se denomina ‘corte de digestión’ que no es más que la falta de aporte sanguíneo al cerebro o al corazón ya que el organismo tiene que mandar rápidamente sangre a la superficie para mantener la temperatura interna del cuerpo.

¿Consecuencias? Dolor abdominal, nauseas, vómitos, pérdida del conocimiento, alteración del ritmo cardiaco y riesgo de ahogamiento.

Las medidas preventivas para evitar estos percances, todos las conocemos:
No bañarse hasta pasadas al menos una hora y media o dos horas después de las comidas.
Evitar corrientes o ambientes fríos durante la siesta.
Cubrirnos la tripa.
Evitar las bebidas muy frías.


                                                         Intoxicaciones alimenticias
Has de tener cuidado, sobre todo, con la carne en general, especialmente con el pollo, la leche (sin pasteurizar) y los productos lácteos, el huevo y sus derivados. También con el agua, los crustáceos o las verduras mal lavadas. No es una enfermedad grave, pero sí muy molesta: dolor abdominal (retortijones), náuseas, dolor de cabeza, vómitos, diarrea y fiebre, son sus síntomas. Aunque en niños y ancianos puede tener consecuencias fatales por la deshidratación que ocasiona.

La solución pasa por mantener los alimentos sanos en el verano:

Lávate las manos con agua caliente y jabón antes de manipular los alimentos.
Si comes fuera asegúrate de que hay una fuente de agua potable en ese lugar, si no llévate agua para la preparación de los alimentos y el lavado de los utensilios
Cuando pongas los alimentos en una nevera portátil para llevar, envuelve las carnes herméticamente para evitar que los jugos de las carnes crudas entren en contacto con los alimentos que están listos para comer.
Asegúrate que los alimentos estén bien cocidos por dentro y por fuera, sólo así podrás matar las bacterias dañinas.
Mantén los alimentos fríos.
No consumas leches sin pasteurizar y cuidado con el huevo, mayonesas u otros productos elaborados con él.
No consumas las sobras que hayan permanecido fuera de refrigeración por más de 2 horas.
Si tienes una mínima duda del buen estado de algún alimento ¡tíralo!

Los catarros estivales
El uso de aire acondicionado de forma indiscriminada, la sequedad y contaminación del ambiente en los espacios refrigerados, las noches frías del verano o el choque que sufre el organismo con los cambios bruscos de temperatura, son algunos factores que contribuyen a la proliferación de muchos gérmenes causantes de las infecciones pulmonares de verano.
Si bien no suelen revestir ninguna gravedad, en personas con pocas defensas, como ancianos o enfermos crónicos, un simple catarro puede derivar en bronquitis, asma o incluso neumonías.


Golpes de calor o insolaciones
La excesiva e indebida exposición al sol y el sometimiento continuo a elevadas temperaturas traen consigo los habituales golpes de calor o insolaciones.
El calor provoca que los capilares que circulan por la piel se vasodilaten, iniciándose una sudoración con el fin de favorecer el enfriamiento de la piel por evaporación. Si este mecanismo está deteriorado, como ocurre en los ancianos, o no se repone el líquido perdido, puede producirse un ‘golpe de calor’ o insolación, que se manifiesta por un dolor de cabeza cada vez más intenso, malestar general, nauseas, dolores musculares y pérdida de conocimiento; incluso puede llegar al coma.
¿Solución? Mantenerse hidratado durante todo el día y controlar la temperatura corporal.


La enfermedad del viajero
La enfermedad del viajero o ‘diarrea del viajero’ son frecuentes en personas que visitan países exóticos sin adoptar un mínimo de medidas preventivas.
Fiebre, dolor abdominal, nauseas, vómitos, diarreas... pueden acabar con unas maravillosas vacaciones.

 Por eso si viajas a países muy calurosos debes tomar unas medidas básicas para no sufrir estas molestias:

Ingiere bebidas envasadas y nunca añadas hielo, puede ser un medio de transmisión de algunas infecciones importantes.
Mantente continuamente hidratada.


Además, deberás informarte de las enfermedades típicas que sufren los turistas en los países que vas a visitar, para tomar las medidas profilácticas adecuadas. Especialmente si viajas a países exóticos de África, Asia y Sudamérica. Paludismo, fiebre amarilla, hepatitis y enfermedades de transmisión sexual, como sida, herpes genital o uretritis, son enfermedades que puedes contraer si no te proteges.


Consejos alimenticios
Se debe consumir una dieta sana consistente en:

Un desayuno a base de leche, cereales y fruta. Una buena forma de empezar el día.
Verduras, frutas, cereales integrales, legumbres, frutos secos, carne de pescado, de aves y aceite de oliva (hidratos de carbono en un 50-60% y grasas no más del 30%).
Ingesta de abundante líquido, preferentemente agua (dos litros/día) y zumos de fruta.
Respeto de las horas de las comidas, evitando que sean excesivamente copiosas.
No realizar las comidas con prisas.

Sugerencia: la paella es un alimento muy recomendable en verano debido a la gran cantidad de nutrientes que aporta (por el arroz, el pescado, las verduras...).


El ejercicio

Los ejercicios más recomendados para el verano, aparte de los acuáticos, son aquellos que no demanden estar mucho tiempo expuesto al sol.
Por ejemplo, los denominados aeróbicos, como el paseo rápido o la gimnasia, son perfectos para el verano siempre que se realicen a última hora del día y sin alcanzar el umbral de fatiga. Los deportes que requieren un gran esfuerzo durante poco tiempo no son muy aconsejables en esta época del año, sobre todo si se sufre problemas de hipertensión.

Consejo: tomar líquidos antes, durante y después del ejercicio. Así se evitará la deshidratación del organismo y de la piel.
Suelen ocurrir con mayor frecuencia con la llegada del verano y el calor (¿quién no ha oído hablar de la salmonelosis?). Esto es debido a que las bacterias, que están presentes en el suelo, aire, agua, incluso en los animales y en la gente, crecen más rápidamente con el calor y la humedad. Además, nadie perdona las barbacoas campestres veraniegas y la falta de higiene también es un factor determinante en la reproducción de las bacterias.

Fuente: Terra / SaludManía

jueves, 9 de junio de 2011

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RECOMENDACIONES SOBRE PROTECCIÓN SOLAR

 Efectos del sol sobre la salud.

El sol es imprescindible para la vida, y en el ser humano es necesario para la síntesis de la vitamina D, favorece la circulación sanguínea y mejora algunas enfermedades de la piel. También es conocido su efecto en la producción de neurotransmisores, sustancias químicas que facilitan la actividad de las neuronas.
Sin embargo, deben sopesarse muy bien estos efectos positivos, con los potenciales efectos negativos producidos por la exposición intensa (quemaduras de la piel y lesiones oculares) o por la exposición crónica (envejecimiento, manchas y lesiones cutáneas y el cáncer de piel). Son especialmente nocivas las exposiciones sin protección en las edades infantiles y jóvenes, claramente relacionadas con el riesgo de aparición del melanoma (cáncer de piel).
Para protegerse de estos efectos perjudiciales, la piel del ser humano cuenta con la  producción de melanina, una sustancia que impide que las radiaciones solares más perjudiciales penetren en la  piel. La melanina es la que da el color moreno a la piel y su producción se estimula por el efecto del sol o por productos químicos.
La cantidad de células que producen esta sustancia varía según los tipos de piel. Es máxima en las personas de raza negra, y mínima en las de raza blanca, y dentro de ellas, las pieles más claras son las más sensibles al efecto del sol.


Tipos de radiaciones.


La luz solar  se descompone al llegar a la superficie terrestre en distintos tipos de radiaciones que según su longitud de onda, se clasifican en: las radiaciones ultravioletas, las radiaciones visibles y los rayos infrarrojos.
A su vez, las radiaciones ultravioletas pueden ser UVC, UVB o UVA. Los rayos UVC  tienen la longitud de onda más corta, son las de mayor energía y, por tanto, con más capacidad de producir quemaduras, pero  son retenidas por la capa de ozono. Por ello la disminución o la existencia de agujeros en la capa de ozono es tan peligrosa.
Los rayos UVB, además del efecto calorífico (que produce el enrojecimiento o eritema de la piel cuando se expone al sol), penetran en la epidermis y estimulan a los melanocitos (las células de la piel que producen la melanina, la sustancia que da el color moreno a la piel).
Los rayos UVA son los más penetrantes en la piel y son los causantes del envejecimiento de la piel y del melanoma (cáncer de piel).
Además del tipo de radiación, es necesario conocer los factores que influyen en la acción del sol sobre la piel.  Así, debemos tener en cuenta que, cuanta más alta es la zona geográfica donde estamos, más intensa es la exposición; la oblicuidad de los rayos del sol con la tierra también influye, según la estación, el momento del día y la latitud de la zona geográfica. El clima también influye, ya que la lluvia y las nubes absorben parte de las radiaciones. También,  el tipo de superficie donde estamos, ya que la nieve refleja hasta el 85% de los rayos, y la arena seca hasta el 17%.


Protección de la piel ante la exposición del sol.

Siempre que se esté expuesto al sol debe de protegerse la piel expuesta de las radiaciones, bien mediante el uso de prendas de vestir (preferiblemente de color claro y de fibra natural) y el uso de sombreros o gorras y, en las zonas de piel expuestas, mediante la utilización de cremas de protección solar.

Las cremas de protección solar contienen sustancias que actúan como filtros solares, reduciendo la cantidad de rayos que penetran en la piel,  evitando las quemaduras y los cambios degenerativos de la piel, si se utilizan adecuadamente.
Según cómo actúen los filtros pueden ser físicos o químicos.

 - Filtros físicos: son sustancias impermeables a la radiación solar, que crean una pantalla en las zonas donde se ha aplicado y  refleja la luz. Impiden el paso de los tres tipos de radiaciones: rayos ultravioleta, visibles e infrarrojos. Los más utilizados son: el óxido de zinc, el dióxido de titanio y la mica.
       -  Filtros químicos: absorben la radiación solar ultravioleta. Algunos de los utilizados son el PABA (ácido para-amino benzoico), el ácido cinámico, el ácido sulfónico, el alcanfor, la benzofenona y el dibenzoilmetano.
Para cuantificar la capacidad de filtro de las cremas de protección solar, se utiliza el denominado Factor de Protección Solar: un número que mide cuantas veces más se puede estar expuesto al sol para producir el mismo enrojecimiento o eritema que si no se hubiera utilizado la crema de protección solar. Es decir, que si para que la piel no se empiece a poner roja (eritema), el primer día que tomamos el sol debemos estar 10 minutos, utilizando una crema de FPS de 5, se tardarán 50 minutos.
El FPS nos indica el tiempo que podemos exponernos al sol sin riesgo de quemaduras. Cuanto más alto es el FPS, más alta es la protección de los rayos solares.
 Clasificación de los FPS:
Bajo
2-4-6
Medio
8-10-12
Alto
15-20-25
Muy alto
30-40-50
Ultra
50+

¿Cómo deben utilizarse las cremas de protección solar?

Para conseguir el máximo efecto de las cremas de protección solar es necesario:


        - Elegir la crema y el índice de protección solar adecuado al tipo de piel.
        - Aplicar la crema antes de salir a la playa o la piscina, y como mínimo 30 minutos antes de exponerse al sol.
        - Extender la crema sobre la piel bien seca.
        - Aplicar una capa abundante de crema, asegurándose que se ha extendido por toda la piel sin dejar zonas sin protección.
        - Cuando se inicia la temporada estival, deben de utilizarse cremas con mayor índice de protección solar al principio, reduciéndolo a medida que  se pone morena la piel.
        - No pulverizar la piel con agua mientras se toma el sol.

        - No aplicar en la piel perfumes y colonias que contengan alcohol y esencias vegetales, porque son fotosensibilizantes.

        - Utilizar protección solar aunque esté nublado.
      
        - Evitar la exposición al sol entre las 11 y las 15 horas (horario de máxima  radiación ultravioleta).

        - Proteger la cabeza con un sombrero o gorra con visera; los ojos con gafas adecuadas, y los labios con protector labial.

        -  No es aconsejable tumbarse al sol y mantenerse inmóvil durante horas. Es más sano pasear o realizar algún ejercicio mientras se toma el sol.
     
        - Beber agua o líquidos sin alcohol para evitar la deshidratación.

        - Si está tomando algún medicamento, debe de consultar la ficha técnica y comprobar si son fotosensibilizantes, en cuyo caso debe evitar tomar el sol.

        -  En niños, la fotoprotección debe ser completa con protección ultra alta, es decir,  su SPF no debe ser inferior a 30.

        - En deportistas, debe de utilizarse cremas resistentes al sudor. Si se realizan deportes acuáticos, se utilizarán cremas resistentes al agua.


Otras recomendaciones.

La utilización de lámparas de rayos UVA está desaconsejada tajantemente desde el punto de vista médico, exceptuando en algunos tipos de eccemas y lesiones de la piel. Los rayos UVA de las lámparas producen, al igual que los rayos solares, quemaduras, envejecimiento prematuro de la piel y cáncer.
En caso de utilizarlas debe de comprobar que se trata de aparatos sujetos a revisiones técnicas y controlados por profesionales cualificados.

La sociedad actual asimila bronceado con salud, y no siempre están relacionados.
Fuente: Fisterra salud.


viernes, 3 de junio de 2011

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«JET LAG», el síndrome de los husos horarios

 Es indiscutible que el tiempo –en cualquiera de sus facetas– es uno de los bienes más preciados en la sociedad moderna, y su aprovechamiento, tanto en su componente lúdico como profesional, ha devenido clave para la completa realización del individuo. Sin embargo, este paradigma vital puede verse truncado de forma significativa cuando nuestro día a día, y especialmente nuestros biorritmos, se ven modificados por parámetros biológicos difícilmente controlables y que, obviamente, dificultan el normal desarrollo de nuestras actividades. Un claro ejemplo de ello es el desequilibrio en el patrón de sueño-vigilia resultante de algo tan usual hoy en día como son los largos viajes en avión atravesando unos cuantos husos horarios en un sentido u en otro.

El jet lag, su denominación más difundida, resulta ser un serio inconveniente en muchos viajes intercontinentales, los cuales, dada la gran globalización que impera hoy en día, han perdido totalmente la excepcionalidad que los caracterizó en décadas pasadas. Esta misma razón es también responsable de que estos desplazamientos busquen una alta rentabilidad, y por tanto se caractericen por presentar agendas sumamente apretadas, por lo que el sujeto involucrado debe mostrar una total dedicación y eficacia.

Definición
El jet lag, síndrome de los husos horarios, descompensación horaria o disritmia circadiana, se define como la desincronización entre el ritmo biológico que marca los periodos de sueño y vigilia del individuo y el nuevo horario que se establece a raíz de un trayecto aéreo de larga distancia, a través de varias regiones horarias. Este síndrome no puede ser considerado como una enfermedad propiamente dicha, sino como una «condición» que merma las actividades y el rendimiento de la persona que lo sufre y que, en determinados casos, puede incluso suponer un peligro potencial cuando deban realizarse actividades que requieran un alto grado de atención.
El término más comúnmente utilizado para abordar esta problemática es el de jet lag, independientemente del idioma nativo de la persona afectada. Esta denominación procede del término anglosajón jet, avión rápido propulsado por motores de reacción, que permitió el desarrollo de rutas intercontinentales sin la realización de escalas, y lag, retraso, demora o fallo en seguir el ritmo.

Etiología
El desajuste o desincronización temporal entre las señales externas (luz solar, temperatura...) e internas (ritmos circadianos) que percibe el individuo es, sin duda, la causa de la sintomatología que define el síndrome de los husos horarios.
En estas circunstancias, prevalece el reloj biológico del individuo, por lo que la realización de las nuevas actividades en destino puede verse distorsionada. Es por ello que se hace necesaria la adopción de medidas adaptativas con objeto de minimizar su impacto.
La adaptación a los cambios ambientales derivados de los viajes transmeridianos suele ser lenta en lo que respecta al reloj biológico humano, que está localizado en los núcleos supraquiasmáticos (NSQ), en la parte ventral del hipotálamo. Estos núcleos son los centros primarios de regulación de los ritmos circadianos, responsables de la organización temporal de las funciones fisiológicas, endocrinas y comportamentales del ser humano.
Los NSQ reciben información de las células ganglionares fotosensibles de la retina a través del tracto retinohipotalámico sobre la presencia de luz ambiental (natural o artificial), interpretando así los ciclos de luz/oscuridad. La información generada se transmite al ganglio cervical superior, y desde allí a la glándula pineal, que como respuesta secreta la hormona melatonina.
Por consiguiente, uno de los mecanismos de regulación de los ritmos circadianos se lleva a cabo mediante la estimulación de secreción de melatonina por la glándula pineal (su secreción aumenta durante la noche y disminuye durante el día).
La luz intensa inhibe la secreción de esta hormona; por el contrario, en ausencia de estímulo lumínico se produce un incremento en la producción de esta y, como consecuencia de ello, se provoca a su vez la inducción del sueño.

Epidemiología
Más del 90% de los viajeros que atraviesan varios husos horarios en un trayecto rápido (viajes intermeridianos) padecen los cambios fisiológicos y psíquicos derivados de la desincronización de los ritmos circadianos que rigen el funcionamiento corporal con los ritmos ambientales.
La cronificación de este trastorno se produce en viajeros habituales y, sobre todo, en la tripulación de las aeronaves que realizan este tipo de viajes. Sin embargo, el impacto del jet lag en la salud global del paciente aún no está del todo bien establecido en estos casos.

Sintomatología
La sintomatología que presenta el viajero sufre fluctuaciones de un individuo a otro en función de sus características individuales; no obstante, se ha observado que, habitualmente, esta afectación suele ser más leve en personas jóvenes que en adultos. Asimismo, se ha constatado que la severidad de los síntomas presenta cierta variabilidad en función de los meridianos atravesados: cuanto mayor sea el número de husos horarios franqueados, mayor será la diferencia horaria generada y mayor la sintomatología asociada al jet lag. Sin embargo, cuando los trayectos se realizan de norte a sur o viceversa, es decir atravesando paralelos sin traspasar meridianos, el síndrome del jet lag no se hace patente en el viajero.
Otro de los parámetros que ha de valorarse es el sentido del desplazamiento: si el trayecto se realiza de este a oeste, los ritmos circadianos de la persona afectada se distorsionan en menor grado que si el trayecto se lleva a cabo de oeste a este. Su explicación radica en la prolongación del horario de nuestro reloj corporal cuando el viaje transcurre en dirección oeste, con la subsiguiente menor distorsión del ciclo sueño-vigilia; en contraposición, un trayecto en dirección este implica un retroceso en el reloj corporal (se produce un acortamiento del día), siendo así más manifiesta la desincronización entre el reloj biológico y la hora local.
Los síntomas, si bien normalmente no causan serios problemas, son fuente de malestar e incomodidad al alterar el normal funcionamiento del reloj corporal. Los más característicos son:
• Insomnio, falta de conciliación del sueño, despertares súbitos, etc. Por lo general, cuando el trayecto es en dirección este, el problema se centra en la dificultad de conciliar el sueño siguiendo el horario local de destino; en contraposición, si el desplazamiento se realiza hacia el oeste, el viajero experimenta despertares anticipados, atendiendo también al nuevo horario adoptado.
• Fatiga. Es, sin duda, junto con los trastornos del sueño, la más frecuente de las manifestaciones físicas que acusa el viajero. Sus efectos negativos se manifiestan tanto en el ámbito físico como en el intelectual.
• Cefaleas, apatía...
• Problemas digestivos: náuseas, vómitos, acidez, diarreas, constipación..., normalmente derivados de la ingestión de alimentos en un horario no habitual.
• Confusión, falta de atención y memoria, dificultad en la concentración, etc.
• Irritabilidad, estrés, depresión...

Tratamiento
La adaptación natural de este desajuste, al igual que la sintomatología, viene condicionada por la diferencia horaria en relación con el lugar de origen: si la diferencia horaria es muy acusada, es decir más de 6 horas, serán necesarias unas 48-72 horas para la adaptación climática (luz, temperatura ambiental...) y hasta varias semanas para normalizar los ritmos hormonales. La normalización del ritmo del sueño es probablemente uno de los desórdenes que más se acusen.
La remisión de la sintomatología se produce de forma espontánea, requiriéndose únicamente tiempo para ello. Sin embargo, es posible instaurar una serie de medidas con el objeto de minimizar y aliviar los desajustes generados, acortando el periodo de resincronización.
El tratamiento proactivo de los síntomas generados por la descompensación horaria incluye:
• Promover el ajuste del reloj biológico al horario del lugar de destino: la consideración de esta opción sólo es válida en aquellos viajes que vayan a realizar una estancia de varios días, ya que si únicamente se ha programado una permanencia de máximo 48-72 horas no resulta posible ni adecuado llevar a cabo este ajuste. La sincronización con el reloj local necesita, de forma continua, la intervención de estímulos ambientales, que son los denominados dadores de tiempo o «zeitgebers».
• Fototerapia: su objetivo es acelerar la sincronización de los ritmos circadianos al entorno de destino. Esta terapia parte de la consideración de que la luz es el estímulo más efectivo y potente para inducir un cambio de fase en los ritmos circadianos, utilizando fuentes de luz artificial como potenciadores a la adaptación que el individuo desarrolla de forma natural. La administración de luz a primera hora de la mañana adelanta los ritmos circadianos cuando el paciente manifiesta un retraso en la fase del sueño (viajes dirección este); si por el contrario la exposición se realiza por la tarde, se retrasan los despertares matutinos anticipados (viajes dirección oeste). Esta terapia puede reforzarse con la realización de baños de sol, siguiendo obviamente la misma pauta descrita. Por consiguiente, la exposición, tanto a luz natural como artificial, actúa como un potente dador de tiempo.
• Farmacoterapia
– Inductores del sueño de acción corta. Deben utilizarse únicamente siguiendo las recomendaciones del médico y/o farmacéutico, según sus condiciones de dispensación. Sus efectos se limitan a la promoción del sueño, sin intervenir en la sincronización de los ritmos circadianos.
– Melatonina. Este principio activo es frecuente que se encuentre accesible en el mercado como suplemento alimentario y, por consiguiente, bajo el control de este tipo de productos. En la dosis y condiciones en las que esté autorizada, su administración debería coincidir con el momento de acostarse para reforzar su actividad.
Si bien existen en Europa y en España suplementos de la dieta autorizados que incluyen melatonina en su composición, actualmente en nuestro país no hay comercializado ningún medicamento que incluya este activo en su composición. En Europa se dispone de un medicamento autorizado a base de melatonina, si bien entre sus indicaciones no figura el tratamiento del síndrome de los husos horarios (jet lag), por lo que hasta el momento no se han reconocido datos concluyentes que avalen la eficacia, dosis óptima, posología, efectos secundarios, etc., de esta hormona como medicamento para tratar este trastorno.
• Existen otros sincronizadores, algunos estrechamente relacionados con la ingestión de alimentos, que a pesar de no estar del todo reconocidos científicamente se ha descrito que pueden contribuir a reordenar el reloj biológico en un menor espacio de tiempo:
– Una ingesta rica en proteínas durante el desayuno favorece el incremento de la concentración plasmática de tirosina durante la mañana. Con ello se promueve la síntesis de noradrenalina y dopamina, neurotransmisores implicados en los estados de alerta.
– Un alto aporte de hidratos de carbono antes o durante la cena tiende a aumentar la concentración de triptófano en el cerebro, aminoácido clave en la síntesis de la serotonina y de la melatonina, hormonas que intervienen en la inducción del sueño.

Prevención. Información al viajero
Si bien su prevención es prácticamente imposible, sí es importante informar al viajero de su existencia y de sus características con el fin de abordar de la mejor manera posible la problemática que emana de los viajes transmeridianos.
Para ello debe tenerse en consideración el tiempo total que permanecerá el viajero en destino, con objeto de determinar si resulta más adecuado resincronizar su reloj biológico lo antes posible a la nueva situación o si, por el contrario (sólo en estancias de muy corta duración), debe optarse por mantener el ritmo y los hábitos del lugar de residencia e intentar sobrellevar las actividades que deben realizarse a contra-horario para evitar un «doble jet-lag» al regreso.
En las situaciones que, por su brevedad, no requieran adaptación, resulta útil la práctica de siestas o sueños cortos a demanda del individuo, ya que mejoran su rendimiento diurno y su nivel de alerta. Normalmente, las siestas son coincidentes con la noche del lugar de partida.
En cualquier caso, pero muy especialmente para estancias más prolongadas, existen una serie de recomendaciones de carácter general que deben ponerse en práctica antes y durante el viaje para aminorar la sintomatología característica de la desincronización horaria y agilizar el ajuste al nuevo horario:

Antes del viaje
• Disponer de una buena y minuciosa programación del trayecto y de los eventos relevantes que tengan lugar durante el viaje que se va realizar, con el fin de prever medidas puntuales que permitan la consecución de los fines propuestos.
• En viajes muy largos, que supongan un desfase horario de 7-10 horas, un fraccionamiento en el itinerario de vuelo disminuye la sintomatología en destino; es decir, si el trayecto se realiza en dos etapas, con 24 horas aproximadamente de adaptación entre un vuelo y otro. Si por el contrario el vuelo es directo, la sintomatología que se manifiesta en destino es más acusada.
• Si el viajero sigue algún tratamiento médico, especialmente si se trata de una enfermedad crónica o de un tratamiento que requiera monitorización, debe consultarse al médico la pauta de tratamiento, de modo que la adaptación al nuevo horario no ocasione desajustes en la posología.
• Intentar modular el horario de las comidas los días previos al viaje, adelantándolo (vuelo hacia el este) o retrasándolo (vuelo hacia el oeste) entre 1-2 horas, para ir adaptando gradualmente los procesos fisiológicos implicados.
• Del mismo modo, y siempre que la actividad normal se lo permita, adelantar o retrasar la hora de acostarse y levantarse los días previos al viaje.
• Intentar tomar baños de sol o exponerse a luz intensa uno o dos días antes de realizar el trayecto: por las mañanas si se realiza en dirección este, o por la tarde si es en dirección oeste.

Durante el viaje
• Mantener una adecuada hidratación (agua, zumos, infusiones...). Esta recomendación es especialmente útil para contrarrestar la sequedad ambiental existente en la cabina de pasaje de la aeronave.
• Evitar la ingestión de bebidas alcohólicas, bebidas estimulantes, etc., que además de promover la deshidratación alteran los periodos de sueño. El alcohol aunque a priori pueda parecer que acelere la aparición del sueño, reduce su calidad, y por tanto lo hace menos reparador.
• Promover el sueño e intentar dormir, adaptando las horas de sueño al nuevo horario de destino y mantener la vigilia según los mismos parámetros. Tapones auditivos, almohadas cervicales y antifaces pueden ser elementos útiles para conciliar el sueño en el avión.
• Realizar ejercicios posturales, ya que, si bien no están directamente relacionados con el jet lag, contribuirán a reducir la estasis venosa, y por tanto, a minimizar el riesgo tromboembólico asociado a los largos viajes aéreos.
• Ingerir alimentos de fácil digestión y asimilación, intentando adaptar el horario de las comidas al del lugar de destino.
• Adaptar la hora del reloj del viajero desde el inicio del vuelo al nuevo horario. Esta medida ayudará psicológicamente al viajero a ponerse en situación y ubicarse mejor en la llegada a destino.
• Realizar ejercicios de relajación.

Fuente:  Ramon Bonet/Antonieta Garrote/ 2011 Ediciones Mayo S.A